La abogada es defensora histórica de los derechos humanos y
de la pacificación en Colombia, lea la entrevista exclusiva.
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"Estoy aquí, pero mañana puedo no estar. En mi país no
hay ninguna garantía, porque no amenazan, sino que matan" / Olivier Hansen
| Ministerio de Cultura de Argentina.
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Vanessa Martina da Silva
América Latina podría tener la primera mujer negra
presidenta de un país. Piedad Córdoba Ruiz, abogada colombiana de 62 años, que
anunció su pre candidatura al Palacio de Nariño en 2018, es un personaje
conocido en los círculos de la izquierda latinoamericana.
Con sus vestidos de colores y siempre llevando un turbante
en la cabeza, Piedad es una mujer con presencia distintiva, que impresiona a
primera vista por su fuerza y valentía, transmitidas en su mirada. Percepción
que se confirma cuando empieza a hablar. Elocuente y apasionada, es una
influyente defensora de los derechos humanos en Colombia y una referencia
política para toda la región.
En 2009, debido al trabajo que ha realizado pro pacificación
de su país, fue señalada por Adolfo Pérez Esquivel para el Premio Nobel de la
Paz, aunque no haya concursado oficialmente.
En 2012, fue considerada por la revista Foreign Policy como
una de las intelectuales más influyentes de Iberoamérica.
En su trayectoria política de más de 30 años, fue senadora
en cuatro oportunidades (1998, 2002, 2006 e 2010). En sus mandatos, legisló en
defensa de las mujeres, de los afro descendientes, de la población LGBTTI y del
tema que le garantizó visibilidad nacional e internacional: Piedad fue la gran
promotora del proceso de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP
(Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo).
En 2010, Piedad perdió su puesto de senadora, fue
inhabilitada y quedó impedida de ejercer cualquier cargo público en el país por
treinta y dos años. La acusaron de traición a la patria por su proximidad con
las FARC. Sin embargo, el año pasado fue absuelta y la prohibición perdió su
validez. Tras la sentencia a su favor, anunció su pre candidatura a la
presidencia.
Al final de 2015, en una visita a São Paulo, concedió esta
entrevista en un hotel cerca a la Avenida Paulista en una soleada manãna. En
poco más de una hora, contestó a una serie de preguntas sobre el proceso de paz
en Colombia, la izquierda latinoamericana y lo que es ser afro descendiente en
Colombia.
Los asuntos tratados hace dos años siguen actuales. Lea a
las potentes palabras de la mujer que puede llegar a ser la primera mujer negra
presidenta en América Latina.
Soy autora de diversas leyes contra la discriminación racial.
Soy hija de padre negro y madre blanca. He sufrido con la discriminación.
Abiertamente las personas te discriminan en el cotidiano. La discriminación es
estructural del Estado y pasa directamente a la dinámica de la sociedad.
Creo que si no fuera negra, los medios, las personas en la
calle, no me tratarían tan mal. Soy
"la amante de Chávez". Soy "la que roba el dinero de
Chávez". Soy "la amante de Evo" [Morales, presidente de Bolivia],
cuando no la amante de Evo, soy "la amante de Correa" [ex presidente
de Ecuador]. Hay algo que es de orden racial, de discriminación.
Sólo se nos considera en el momento electoral. No hay una
política de Estado para la educación, para la cultura, que reivindique que
Colombia es un país multiétnico y multicultural. No hay una valoración de
nuestra contribución.
Si analizamos los informes de Naciones Unidas, la mayoría de
las personas desplazadas son negras y negros, mujeres y niños. Los que están en
las calles pidiendo limosna son negros y negras.
La violencia de género en Colombia creció. Es alarmante.
Tras la firma de los acuerdos de paz, el país percibirá los
verdaderos problemas que tiene, de que hay misoginia, homofobia, racismo…y lo
que más se está invisibilizando es la violencia contra las mujeres. El año
pasado, 1700 mujeres fueron asesinadas.
OFENSIVA DE LA DERECHA Y MEDIOS
Creo que no es raro que la derecha utilice nuestros temas,
nuestros discursos en defensa de los derechos humanos para desvirtuarlos y dar
a entender que lo que hacemos es una persecución a sus líderes. Eso forma parte
de una estrategia de desestabilización de los países de la región.
Es muy grave porque parece que esta forma de golpe suave nos
causa sorpresa. Utilizan una estrategia masiva, simultánea y no logramos
responder individualmente, ni siquiera colectivamente.
Este discurso de derechos humanos tiene una ventaja muy
grande en relación a nosotros: ellos poseen las plataformas de medios a favor
de la derecha y hoy más que nunca utilizan sus voces para hacer que el mundo
crea que somos nosotros quienes violamos los derechos humanos, nosotros los gobiernos
socialistas.
Es una estructura concreta, una plataforma de la derecha
financiera que posee una enorme capacidad de llenar los vacíos y utilizan el
marketing político de modo perfecto. No necesitan ni siquiera tomar partido,
pero tienen la capacidad de mirar a la necesidad económica de las personas.
Este es un momento de reflexión y de rectificación para que
se pueda impedir el retorno de la derecha. Es nuestra responsabilidad, no se
puede atribuir todo al imperialismo. Hay que solucionar a los problemas del
pueblo. Hay que sentarse y trazar una estrategia continental.
En las elecciones en Venezuela [elecciones parlamentarias de
2015] hemos visto algo asqueroso. Seis ex presidentes se dieron las manos,
fueron a todas partes hablando con la población, impartiendo lecciones de ética
y hablando sobre el proceso electoral cuando en sus países ni siquiera lograron
alcanzar las garantías democráticas, como es el caso de Andrés Pastrana
[expresidente de Colombia (1998-2002)].
Entonces pueden unirse para desestabilizarnos, pero nosotros
no somos capaces de unirnos para trazar una plataforma de defensa.
Fui inhabilitada por 32 años, con dos sentencias debido a mi
posición política frente al sistema electoral venezolano y por mi posición ante
las FARC.
Yo represento el contrasistema. Estoy contra los medios. Mi
caso llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Tenemos que ser muy críticos con la izquierda continental.
Fuimos muy inferiores al momento. No fuimos capaces de revisar y rectificar.
Es muy importante que la izquierda latinoamericana sea capaz
de percibir que tiene culpa por lo que está ocurriendo. Antes de todo, en
nuestros países la unidad no existe. Nos dedicamos a escribir libros a ver
quién es el bestseller de la izquierda y no a hacer política con las
personas…No analizamos al pueblo que decimos defender.
El ejemplo más contundente es Venezuela. Millones de casas
gratuitas, personas que estudian gratuitamente, medicamentos a bajo costo y las
personas votaron contra el proceso que las favorece [en las elecciones
parlamentarias]…
Lo que tenemos que hacer es defender al pueblo y crear un
muro de contención, porque hoy estoy aquí, pero mañana puedo no estar, puedo
estar muerta. En mi país no hay ninguna garantía, porque no amenazan, sino que
matan. Lo que están matando, en realidad, es la esperanza de las personas.
Este reportaje hace parte una serie especial realizada por
Brasil de Fato en celebración al Día Internacional de la Mujer
Afrolatinoamericana y Afrocaribeña. Este año, el nombre del especial
"Negra, soy" hace referencia al poema "Me gritaron negra",
de la poeta afroperuana Victoria Santa Cruz. En un continente marcado por la
colonización europea, reconocerse negra es sinónimo de resistencia.
Edición: Juliana Gonçalves | Traducción: Luiza Mançano